El Chorrillo, 14 de
febrero de 2017
Que se nos cuelen/se me cuelen por los resquicios del
entendimiento tantos tantos errores de apreciación respecto a algunos líderes
de Podemos es algo que a las puertas de los setenta debería avergonzarme, que
después de tantos años, tantas experiencias y tantos libros leídos uno no sepa
distinguir a primera vista a un bribón, un farsante, de una buena persona es
algo que a veces me descorazona. Uno, que va de inocente por la vida, una
ingenuidad a veces aparatosa, termina cayéndose del guindo tan tarde que cuando
echa la vista atrás se avergüenza de haber defendido a capa y espada a personas
que más tarde resultan cuanto menos ser bochornosamente vulgares, cuando no
moralmente depravados.
¿Por qué uno puede llegar a equivocarse tanto? Probablemente
porque estamos tan tan deseosos de encontrar un camino a la esperanza que
cualquier charlatán disfrazado de poeta, gurú o dirigente político que pueda
alimentar nuestros deseos de cambio y justicia puede engatusarnos con tópicos
hechos a la medida de las circunstancias. Tengo en este momento en la cabeza a
Monedero, pero hay otros muchos; aprovechados, conspiradores, ansiosos por
detentar el poder, mentirosos, trileros. Un puñado de gente de Podemos ha
pasado por ese proceso de metamorfosis a lo largo de estos dos últimos años por
mi cabeza. Gente a la que apreciaba, escuchaba con gusto y sentía que defendían
mis mismas ideas y a los que poco a poco sus actos van desenmascarando hasta el
punto de convertirse, en una nueva percepción liberadora, en auténticos
usurpadores del espíritu más noble y solidario de aquellos días del 15M. Que
Monedero me parezca hoy una auténtica basura después de haber leído alguno de
sus libros y muchos de sus artículos tiene que ver con el hecho de que junto a
la inteligencia de algunos individuos crece en su interior una tal bajeza moral
que es imposible que sus palabras, sus escritos, sus ideas puedan sostenerse
tras la capa de estiércol que las cubre. Coloco bajo estas líneas un ejemplo de
lo que digo; quizás ello me ahorre más explicaciones.
Respecto a Pablo Iglesias, aparte su engreimiento y la
soberbia que derrocha a todas horas (unidad y humildad: ja, ja y ja), y frente
a la cual yo quise ser sordo durante tanto tiempo cegado por el buen papel que
desempeñó en la creación de Podemos (nunca dejaremos de agradecérselo), sólo
empecé a verlo claro en cierta ocasión en que tachó a Cayo Lara de miserable
moral porque éste había defendido que lo de Espinar era una sencilla
especulación; lo dijera Agamenón o su porquero, añadía. En aquella ocasión
pillé un tuit del profesor Torres López en el que contestaba a Iglesias diciéndole que ya
quisiera éste ser la mitad de honesto que Cayo Lara. Tras las bambalinas
empezaba a comprender muchas cosas. La consideración del líder, a la que yo me
había sumado de buena ganas aunque no sin buenas raciones de crítica, estaba
viniéndose abajo. Tras esto no tardó en llegar el mes de diciembre del pasado
año, en que Iglesias, volcando todas sus fuerzas en montar los mecanismos para
conseguir un poder absoluto, de él y sus allegados, dentro del partido,
diseñó/diseñaron un modelo electoral que punto por punto pudiera consolidar a
su equipo en una estructura piramidal propia de un régimen dictatorial. Se
volcaron en ello. Salieron vencedores. Los inscritos de Podemos partidarios de
esta visión autocrática del partido fueron mayoría.
Iglesias, de haber pasado a la historia como cabeza de la
creación de un partido que recogía la antorcha que había prendido con el 15M,
pasaba a constituirse en una especie de líder carismático que asumía con esa
mayoría absoluta que caracteriza a los regímenes totalitarios las riendas y los
hilos de todo el aparato, sostenidos de cerca por aquellos a los que Luis
Alegre había dado el honroso apelativo de conspiradores.
El tercer ejemplo de este largo recorrido de desmitificación
recae en la persona de Pablo Echenique, defensor a capa y espada de un reparto
del poder en el partido, defensor de una secretaria colegiada. Todavía le estoy
viendo en Vistalegre desde su silla de ruedas retando a Pablo Iglesias a
organizar un partido democrático con un reparto de poder, algo donde las bases
asumieron muchas más responsabilidades, todavía le estoy viendo… pero no, por
el camino este hombre cambio de opinión y entonces la democracia ya se la trajo
floja, chúpame la minga, sí, y entonces se dedicó “científicamente” a algo que
sirviera provechosamente a su jefe y últimos allegados para estar en lo alto de
la Torre de Babel. Echenique tiene menos votos que Errejón en las últimas
elecciones y sin embargo está por encima de él, “tiene más puntos”. ¿Cómo?
Misterio de la fe. El señor Echenique, científico de profesión, echó mano de la
ingeniería electoral y sacó de su chistera ese conejo. Algo más difícil que
transformar el agua en vino, pero, sí, señor, lo consiguió. A través de este
juego de magia que votaron los adeptos de Iglesias, se consiguió, por ejemplo,
que Urbán y su equipo, que hubieran conseguido siete representantes en el CC en
un justo e irrenunciable proceso proporcional, tuvieran solamente dos. Ya me
contarán todos los inscritos de Podemos que votaron Desborda cómo coño algún
día van a defender en el futuro una justa ley electoral a nivel de estado
después de votar esta obra maestra del simpático Echenique. Mamandurrias donde
las haya, señores inscritos votantes de Desborda.
Y el señor Manolo Monereo, ¿eh?, recién llegadito del PC
arremetiendo contra Errejón desde las columnas de El Cuarto Poder, de fuera
vendrán y de casa me echarán, y bendecido por Iglesia? Tan descarada la cosa
que no tiene desperdicio.
Sí, ya me estoy viendo a los hooligans de turno aporreando
bajo estas letras con insultos y delicadeza por el estilo. En Reddit hay
muchísima gente que razona y argumenta impecablemente, pero, amigo, no les
digas a los otros algo que no les guste porque ya han sacado la navaja para
destriparte y ponerte a parir (de argumentos nada, que eso no está al alcance
de todos).
El tema de mi argumentación es sencillo. Nuestros deseos más
caros intentan cobijarse contra las inclemencias del tiempo, contra la
injusticia allá donde puede o tiene oportunidad; surgen entonces los líderes,
buenos y malos, los gurúes, las gentes de buena voluntad, los mentirosos, los
carentes de moral. Y todo está tan revuelto, que uno confunde sus sueños y se
agarra a una clave ardiendo. Y ese clavo ardiendo puede ser un rufián, alguien
netamente inmoral, como ese señor profesor del perro de Goya, también él con un
aire de arrogancia y chulería de hacer vomitar, o gente de bien. Y ahí es donde
uno se puede equivocar. Ahí es donde a mi me duele, me duele seguir siendo el
imbécil de siempre que volcó su lucha y su ilusión tras la muerte de Franco en
los que todos sabéis y que ahora tantos años después ha vuelto a caer en la
misma trampa con Iglesias y sus cortesanos de turno.
No voy a anular mi inscripción a Podemos, me han convencido
para que siga aquí dando la vara, aportando mi grano de arena para intentar que
esta perversión que se ha producido en Podemos se revierta o que en el peor de
los casos ese tercio que componemos el partido y que defendemos una
organización realmente democrática reunamos fuerzas suficientes para crear un
nuevo partido, que acaso no tenga unos objetivos muy dispares a los del partido
actual, pero que por lo menos salve a la gente que ha puesto ilusión en el
cambio de esa decadencia moral en la que ha entrado Podemos.
Enhorabuena por mojarte tanto con tus opiniones, que comparto. Un abrazo Alberto
ResponderEliminarGracias, Javier. Estamos donde siempre. El camino Primitivo fue una delicia, pese a la lluvia. Imagino que algunos tramos un poco duro para la bicicleta, aunque siempre quedan alternativas... o empujar la burra. Saludos.
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