El
Chorrillo, 3 de mayo de 2017
Cumplía esta tarde un deber
impuesto días atrás para mi mejor instrucción :-), en esta ocasión escuchar a gente
que me cae muy mal y que en otro tiempo oía con atención y respeto; hoy el
personaje que me tocó en suerte fue Alfonso Guerra. De una parte el Alfonso
Guerra demagogo y chillón que se crecía en los mítines con “ingeniosas”
llamadas a la derecha ridiculizándolos con bastante éxito, de otra el hombre
que habla de la vida y de la justicia social con el tono reposado de quien ha
vivido mucho y por tanto tiene una amplia perspectiva de la vida y, por último, el individuo que, obsesionado con la competencia que le puede hacer Podemos
arremete contra ellos cargado con el temperamento de quien no puede soportar
que otros le hagan sombra, con lo cual lo que estimula su ser primario es
tratar de demonizar a su hermano de sangre. Le oigo hablar de la desigual
distribución de la riqueza en el país, de educación, de sanidad y si no fuera
porque tengo su rostro y su voz en frente creería estar oyendo sin ningún
dificultad a Pablo Iglesias, sí, el de la coleta. Es curioso, pero real como la
vida misma, el individuo es el mismo pero nombrarle la palabra Podemos
transforma de repente su semblante apareciendo de inmediato la ironía, el
sarcasmo o la burla. Para mí que esta situación, que tan frecuentemente se
repite en todos los lados, necesitaría de un meticuloso estudio. Sucede con
muchos personajes políticos que desde su posición ideológica deberían coincidir
en un alto porcentaje de planteamientos con sus homónimos del otro partido,
dirigentes del PSOE con dirigentes de Podemos, por ejemplo, pero que
curiosamente parece que fueran enemigos acérrimos cuando en realidad coinciden
con mucha aproximación en sus programas. Que la Gusana Díaz desde la España
meridional no dedique más que desprecios a Podemos, o que gente de Podemos
arremeta contra los primeros de la forma en que generalmente lo hacen demuestra
entre otras cosas que hay problema de por medio que, como el ruido en la teoría
de la comunicación, interfiere en un modo sustancial en los objetivos que se
persiguen y, lo que debería ser la celebración de un acuerdo, en la medida que
sea, en aquellos puntos corrientemente defendidos por la izquierda, se convierte
en una guerra estúpida entre unos y otros.
A mí me parece un asunto tan sustancialmente
importante que llama la atención que no aparezca en los medios como un ejemplo
diario de la esquizofrenia de los políticos de “ideologías afines”. Oyendo a
Alfonso Guerra no tengo por qué dudar de sus palabras, no pienso que esté
mintiendo, y sí tengo la sensación que este hombre, y otros muchos, está
viviendo dos clases de realidades, por una parte la defensa de los ideales de
izquierda, y por otra la presencia en su sistema emocional de una rivalidad,
una fobia contra “afines ideológicos”, que conturba su entendimiento hasta un
punto tal que la energía que gasta en esta segunda realidad supera con mucho la
lógica de cualquier trabajo dirigido a ese bien común que de continuo le sirve
como imagen identitaria de su hacer político. Es sencillo añadir otros ejemplos
que están todos los días en las portadas de los periódicos, la relación Pedro
Sánchez – Pablo Iglesias, por ejemplo. Dos personajes que debían de nutrir como
dos manantiales diferentes, acaso cada uno con su ideología y sus
planteamientos particulares, las esperanzas de los menos favorecidos frente a
los chorizos y a la codicia del poder económico lo que hacen a cada momento es
exhibir discrepancias y echarse los tejos el uno al otro.
Me temo que hay un componente
psicológico en todo esto que merecería la intervención de un equipo médico. La
incapacidad de entendimiento de estos personajes que militan en formaciones
políticas distintas y, supuestamente, en el mismo ala izquierda, se me parece
que más que un problema político es un asunto que correspondería investigar a
la psicología. Si sobre los ejes de unas coordenadas pudiéramos valorar
porcentualmente la influencia de las fobias mutuas junto a las afinidades programáticas
probablemente encontraríamos un curioso resultado: coincidencia en lo
fundamental de la línea programática pero una disparidad enorme basada en el
"amor" que el líder suscita entre los militantes en en las fobias que en estos suscitan el líder del equipo contrario.
Mis obligaciones “intelectuales”
(sic) se están volviendo en estos días bastante fructíferas. Hay personajes de
la política o de los medios que me da cosa oírlos o verles la jeta, pero creo
que voy a intentarlo. No sé si la cosa me dará para llegar a oír a gente como
Inda o la Gusana Díaz, pero voy a intentarlo. Lo mismo con ello consigo una indulgencia
plenaria que me permita entrar en el reino de los cielos. Quizás oyendo a estos
personajes como si hubiera nacido ayer pueda aprender un puñado de cosas. La
convicción de que ver la realidad en blanco y negro no sirve para aclarar lo
que está pasando, junto a la convicción de que en el fondo de todo cabrón
existe un hombre bueno, y viceversa, en el fondo de todo hombre bueno siempre
puede haber un perfecto hijo de puta, puede servirme para alumbrar el asunto.
Por cierto, esta última es una idea que le debo a Ferdinand Celine, cuya prosa
es una de las delicias que con más gusto he saboreado en literatura. En su Viaje al fondo de la noche juega no
pocas veces con paradojas similares (sus ideas cercanas al fascismo en alguno
de sus escritos es otra de esas paradojas que la realidad nos presenta a cada
momento).
Leo en la Historia del siglo XX, de Hobsbawm lo siguiente: “Todos nosotros sabemos que hay formas distintas de percibir la
realidad, no siempre comparables e incluso contradictorias (la actitud de Alfonso
Guerra o de Pedro Sánchez, o de Iglesias, o de Gusana Díaz, sin ir más lejos),
y que se necesitan todas para aprehenderla en su globalidad. ¿Cómo? No tenemos
idea de cómo. El efecto de una sonata de Beethoven se puede analizar física,
fisiológica y psicológicamente, y también se puede asimilar escuchándola, pero
¿cómo se conectan estas formas de comprensión? Nadie lo sabe". ¿Cómo se
conectan programas de izquierda de distintos partidos con la actitud y el hacer
de sus líderes y de sus militantes? Líderes y programas parecen pertenecer a
mundos y realidades diferentes cuando no son capaces de llegar a unos mínimos
de acuerdo entre ellos
Mis "investigaciones"
(sic) en estos asuntos me han llevado también a entrar en un grupo de Facebook
llamado Cambiemos el PSOE con Pedro Sánchez.
Aquí una parte considerable de las bases respiran de una manera similar a sus
líderes, para ellos el mundo es blanco o negro, no hay más; con Franco a los
que disentían los llamaban rojos, aquí a los que disienten los llaman
podemitas; la historia se repite. En esta web Pedro Sánchez es el santo incontaminado
de turno, la verdad absoluta; no se te ocurra, como me sucedió a mí, decir algo
tan de sentido común como que la izquierda tiene que unirse y llegar a acuerdos,
porque un buen puñado de ellos te arrean con el hisopo en la cabeza. La idiotización a que llega unos
pocos en el acto de ensalzar al líder es de pena. Pero no os lo perdáis porque
si entráis en Plaza Podemos, donde escribí varios artículos críticos con
Iglesias y sus formas de hacer política, sucede otro tanto de lo mismo. Los
hooligans y forofos de todo tipo tiraban piedras a la cabeza.
La prueba de que la psicología y
las fobias tienen que mucha más que ver en el circo de estos desencuentros sería
facílisimo de probar haciendo este sencillísimo ejercicio: Pongamos en columnas
comparativas, cada columna un programa, unos objetivos de un partido, pero sin
nombrarlo. Ahora leamos, comparemos y elijamos. Más fácil imposible, en un
supuesto similar es muy probable que las demonizaciones, los desacuerdos, los
ataques desaparecieran; sólo nos quedaría aglutinar aquellos aspectos en los
que hubiera mayor concurrencia y tendríamos un programa político en donde toda
la izquierda estaría democráticamente de acuerdo. No es que sobren los líderes,
pero sí sobra su mal hacer político, su incapacidad para llegar a acuerdos, sus
personalismos, su infantil echarse en cara continuamente esto o lo otro como si
fueran criaturas de primaria.
Bienvenido a la zona de la penumbra y de las preguntas y las dudas, amigo Alberto, y mientras desayuno, después de haber sacado a mi perro, me hago las mismas preguntas que tú, y llevo años haciéndomelas, y después me miro en el espejo y me digo: eres tan sectario como los ciegos seguidores de Pablo Iglesias, o de
ResponderEliminarFloriano, pero joder Pablo y yo llevamos razón.
Deberías tratar de ejercitar un poco la escritura y compartir esas preguntas y los reflejos que da el espejo por la mañana mientras nos afeitamos en algún medio. Creo que es además de ser un ejercicio estimulante también puede ser un regocijo para los amigos con los que puedas compartirlo. Esta mañana me llueven piedras desde la web de los forofos de Sánchez.
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